Carlos Aganzo.
Portada de Caidos ángeles.
(Finalista del V Premio de Poesía Ateneo de Sevilla, 2.008).
POEMA INICIAL.
Me he de sentar aquí,
de frente a la muralla,
hasta que todo pase.
Todo, menos el fulgor acaso
de este conmovedor escenario en que los hombres
son títeres ajenos
a la crueldad de sus destinos.
Sí. Me he de quedar aquí hasta que pase
el último vagón de la tristeza.
Hasta que le pierda el respeto a la intemperie.
Después, amiga, ya veremos.
De Como si yo existiera, 2.004.
PARÍS ERA UNA FIESTA.
1899. Óscar Wilde pasea por París. Pío Baroja pasea por París. París pasea por Rubén Dario. Símbolo mayor del simbolismo; ciudad que va ganando el alma del poeta con esa dulce lengua que nos pide locura cotidiana. No hay otra ciudad que tenga un corazón tan ancho y tan profundo. No hay grandeza más íntima ... París años más tarde, con Leonor de la mano: canciones y poemas encendidos. Velas que se emocionan al alumbrar las mesas. Mil besos bajo los puentes. Y el primer acto también del drama de la vida. Nada igual después de París. Nada tan dulce. Nada tan secretamente luminoso. Nada tan triste ni tan bello.
Misterioso y absorto
por la ciudad alegre y bulliciosa
el poeta vislumbra su destino:
el amor en París, las viejas rosas
del huerto de Ronsard,
las horas con Rubén, las mariposas
modernistas que van de verso en verso
alumbrando su voz más luminosa.
De París, esta noche y los manteles,
la lluvia sin tormenta,
los bateles y los acordeones
meciéndose en el Sena,
la mínima mansarda del artista...
Adoro de Paris la primavera
por los campos de Marte,
los oscuros rincones donde suenan
la música y los besos
de los que se desean
más allá de la piel de las palabras.
De París esa lengua
cantante y madre revolucionaria,
tan lejos y tan cerca
de todos los exilios,
de todas las tristezas ...
Y a París de regreso
con la joven esposa y las maletas
del corazón dispuestas al viaje,
todo luz, todo fiesta
en que el alma se embriaga y se derrama,
en el pretil del sueño del poeta.
Del Homenaje a Antonio Machado (itinerante), con José María Muñoz Quirós y Ana Agustín.
LAS SEMILLAS.
Está la casa abierta.
Huele a sol la mañana.
Entra por cada poro
de mi ser aire limpio
de día recién cortado.
Anda la primavera, revoltosa,
enhebrándolo todo:
las flores en las piedras,
el aire en los colores,
mi mano en tu cintura,
mi boca con tu boca
bebiendo de este aire alborozado
de lozanas espigas ...
Está mi piel abierta.
Huele a amor la mañana.
Te busco en los rincones de la casa
para volar contigo
por este torbellino de semillas
que se enreda en el sol.
Y el aire se estremece.
© Carlos Aganzo
http://www.catedramdelibes.com/archivos/000007.html
5 comentarios
Dinosaurio -
Abrazos.
Juan Carlos Guerrero -
Trini -
Un abrazo
Mela -
el último vagón de la tristeza.
Hasta que le pierda el respeto a la intemperie.
Después, amiga, ya veremos."
Me ha encantado el poema inicial. Y la evocación de París, y de los modernistas (aunque no sean santo de mi devoción), tan visual como una imagen.
Beso, Dino.
Sakkarah -
Un beso.