Capítulo VI.
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Detalle de "El jardín de las delicias" de El Bosco ( 1453 - 1516 ).
Sin más contemplaciones, regreso a Cartago. Estoy harto de hacer el oso para un coronel tonto y una furcia loca con aires de gran dama sureña depravada. Estoy harto de las iguanas y de las plantaciones, de las cínicas matanzas, de las vírgenes suecas y los pobres nativos, de los tifones del trópico y de los acantilados, de la estúpida selvita sin refrescos de cola; harto de los mosquitos caníbales, las cabañas ardiendo, los rápidos del Mississippi y de los cafetales. Regreso a Cartago.
Me cisco en los papeles y en las fotonovelas, en las obras de arte y en los candelabros de la nobleza. Y de la burguesía. Y de los dirigentes del proletariado, también. Porque estoy tan hasta el gorro, que sólo quiero dormir y cobijarme al otro lado de la luna. Andar por los montes olorosos de piornos y tomillos a la luz protectora de la luna, al remanso acariciante de la luna, al amparo de la luna, al blanco, azulado, tierno, suave resplandor del beso de la luna. Y estar así: tenso y tranquilo, atento y relajado, envuelto en su mágico sosiego, reposo de aventuras, como en una película de riesgo y celofán, de calma y manzanilla. Y ver, sobre la elíptica extensión de las profundidades del océano, el sueño angelical con que premian los Amos de Todo a sus mansas, reptantes, criaturas.
Fragmento de "La mansión de manzanilla" de "Viaje al punto de partida". Javier Auserd.
2 comentarios
Sakkarah -
Yo también quiero estar a solas con la luna...
Un beso.
Trini -
Un precioso relato Javier, me ha gustado mucho.
Abrazos