De todo lo visible y lo invisible.
Desde hace unos días, hacia la misma hora, una avispa (no sé si la misma) entra por la ventana del salón.
Mayo ha venido con un calor exagerado de golpe y no es nada extraño. Pero dadas las circunstancias por las que atravesamos, a veces se me antoja que es una enviada de nuestros enemigos.
El otro día estuve pensando, haciendo una lista, por encima, de todos ellos y me salieron unos doscientos cincuenta, de los cuales a no menos de cien les creo capaces de hacernos vudú sin despeinarse.
No somos unos monstruos, al contrario. Por eso precisamente hay mucha gente que se cabrea con nosotros: tenemos escrúpulos y principios morales sólidos y pensamos que no todo vale, que no vale todo, que no vale cualquier cosa con tal de trepar, mentir, engañar, hacer daño a quien sea para conseguir lo que queremos. Tampoco somos santos ni perfectos y, menos aún, meapilas ni santurrones (como muchos de ellos), se trata sólo de que somos (o nos consideramos) coherentes. Y parece ser que eso es un delito gravísimo que se paga caro.
No sé qué es mejor o peor, de verdad. Seguramente somos nosotros los equivocados y no sólo por una cuestión numérica, sino porque a veces dudo de que la integridad ética sea lo correcto para afrontar este consurso de pruebas salvajes llamado "vida".
A veces dudo. Dudo muy seriamente sobre si estamos haciendo lo que debemos, aunque parezca ingenuo o absurdo. Dudo, de verdad, de que seamos nosotros quienes estemos en lo cierto.
Otras veces no creo en maldiciones ni en males de ojo ni en nada parecido. Me digo que es suficiente con la inmensa complejidad humana; que es suficiente con los billones de gestos y actos diarios entrelazados, interconectados, entrecruzados.
Pero, otras veces, me creo todo. Me creo que hay seres con poderes sobrenaturales capaces de perjudicar a quienes ellos quieran sin que nada ni nadie sea capaz de contrarrestarlo y devolverles su mal, como sería justo que ocurriera.
No lo sé. Estoy hecho un lío.
Mientras me aclaro, siguen pasando cosas, contratiempos, disgustos, berrinches, sinsabores, traiciones, dolor, sufrimiento ... en todo el mundo.
Mientras me aclaro, sigue una avispa (no sé si la misma) entrando todos los días sobre la misma hora por la ventana del salón y nos amenaza con su aguijón venenoso y su vuelo siniestro, irregular, inescrutable. Hasta ahora hemos conseguido echarla. No sé cuánto tiempo aguantaremos.
Si te sabes un conjuro, ayúdanos.
Javier Auserd.
8 comentarios
Gatopardo -
-Pues yo tengo una lata que dice arroz
¡Lo siento! ¡Lo siento!... es que me hacen gracia precisamente los chistes más tontos.
Y gracias por tu magnífico comentario sobre Marruecos.
Gatopardo -
Osssea: lo veo mandándote a la tuna como siga echándote de menos para que no tengas más remedio que responder con improperios.
Un abrazo
Dinosaurio -
Dinosaurio -
Tanto el cariñoso afectivismo de Trini, como el enciclopedismo positivista gatuno, como el realismo soviético de Alimaña son conmovedores.
Seguiré vuestros consejos y os contaré.
Pero, de todo corazón (aunque panoli), gracias por estar ahí.
De parte de Alimaña, que no se puede conectar -
Fin del recado.
Un abrazo
Gatopardo -
Gatopardo -
El agujerito suele ser de unos dos o tres milímetros, y no es perpendicular, sino inclinado, y suelen hacerlo en la parte escondida, tendrás que voltear los muebles o tirarte por tierra y mirar con una linterna.
Solución: Xilamon anticarcoma, inyectado en los agujeros, e impermeabilizarlos pegando un trozo de precinto de plástico adhesivo. Repetir el tratamiento a los quince días porque a los huevos no los mata, y pueden llegar a la fase de larvas en dos semanas.
De paso, "pinta" con Xilamón anticarcoma el marco de las ventanas y tendrás un repelente buenísimo contra nuevas inquilinas.
Y durante 24 horas no dejes abierta las ventanas para que los gatos no se acerquen y no se intoxiquen.
No lo compres en spray, que es mucho más caro y hay una miseria que no llega para nada.
Trini -
Besos muchos