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La cueva del dinosaurio

Versastros

Retirada (, elogio de la).

Retirada (, elogio de la).

Pendiendo de un hilo débil e inconexo
transcurre nuestra suerte indefinida,
se conoce que no sabe la vida
si nos corta los versículos o el sexo.

Es cierto que parece más perverso
dejarnos con la lengua interrumpida
pero no es menos cierto que, enseguida,
pueda ser más doloroso un palimpsesto.

No seré yo quien prefiera ningún gesto
que corte cualquier idea querida,
más bien prefiero que no sea molesto

que respire el miedo por la herida
no vaya a resultar que, en todo esto,
sea peor la calma que la huida.

© Javier Auserd

Mudanzas.

Mudanzas.

http://www.librodeoro.eu/index.php?main_page=index&manufacturers_id=95

Casi todo dura justo
lo que tiene que durar.
Ni más,
ni menos,
justo
lo que dura,
lo que tiene que durar.
Con la intangible tibieza,
temblorosa e inútil,
de una lágrima
apenas iniciada
que no sirve de nada,
que no sirve
para todo,
como, absurdamente,
pretendemos.

Carta a mi viejo gato viejo.

Carta a mi viejo gato viejo.

Ya has visto cómo es esto
que los humanos llamamos
vida, compañero.
Lo conoces.
Trabajo duro, disgustos,
problemas, preocupaciones,
traiciones, golpes bajos,
nervios, discusiones,
más disgustos sin tregua ...
Lo conoces, lo has visto.
Toda una dura vida de lucha constante,
para nada.
¡Ah, si, espera, para algo!:
para poder terminar
debajo de un puente.
Hay quien consigue ahorrar un poco,
lo suficiente,
con mucho esfuerzo,
y tiene una vejez algo tranquila.
Y los ricos todos, claro está,
todos tienen
una vejez tranquila.
Porque los ricos, compañero,
no suelen terminar bajo los puentes,
como los pobres,
como nosotros podríamos terminar
un día cualquiera.
Si acaso algún día,
o no tardando mucho,
nos tocara terminar allí,
tú no te quedes,
¡escapa!, ¡sal pitando!,
¡escapa!,
¡y corre, corre, corre!,
escapa, corriendo, de la muerte.

Javier Auserd.

No.

No.

Hubo una luz al fondo de la noche.
Hubo un estallido de galaxias.
Hubo un resplandor que fue un derroche
de imaginaciones y fragancias.


Nos arroparon miles de arrogancias.
Nos hicieron vivir sin un reproche.
Nos vistieron con amplias resonancias
de un esplendor que el universo abroche.


Sin saber el final del desafío,
sin lograr descubrir la adivinanza,
sin poder remontar todo el hastío,


caminamos a oscuras por el río
amargo de la desesperanza.
No tengáis un mal sueño como el mío.

Javier Auserd.

Nana para Mimos.

Nana para Mimos.

Mimos. 

Nadie me acunará cuando me llegue
la postrera visita de la nada,
ni cuando el ronco silbido de la espada
la invisible levedad del aire siegue.

Deja que yo te meza en mi regazo
con la firme tensión del compañero
o que duermas, remolón, sobre mi brazo
mientras bailamos al borde del acero.

Tampoco entiendo yo esta cruel patraña
que nos golpea con fe conmovedora
cual si estuviéramos hechos de viento.

Porque al final de tanto movimiento
la vida es una muerte embaucadora
que a gatos juega y a humanos engaña.

Javier Auserd

Algún sentido.

Algún sentido.

Fíjate si tengo buenos enemigos
que se conforman con verme hecho cadáver,
mientras yo soy tan cruel que quiero ver
cómo la vida les da su merecido.
Me rezarían incluso un padre nuestro
para que mi alma pueda ver la luz
ya que mi vida ha sido amarga cruz
que obtenga felicidad después de muerto.
Me queda poco ya, tengo por cierto,
nunca he sido ni pienso ser avestruz
prefiero que me sigan rompiendo la testuz
por hacer todo a pecho descubierto.
He querido ser mejor de lo que he sido,
pero me quedaba mucho por hacer
y, sin embargo, nos vamos sin saber
si esta vida tiene algún sentido.

 

Javier Auserd.

 (La imagen es de www.nenos.com/miedo/difuntos.htm ).

Calma chicha.

Calma chicha.

www.ehu.es/badosa/pasion3/pasiones3.html

Me tengo que calmar y, sin embargo,
el cuerpo pide que estalle en mil pedazos,
que llene todo el cosmos de zarpazos
y de rienda suelta a un negro hartazgo.

Me debo contener, ya me hago cargo
de que el autocontrol tiene sus plazos,
aunque me vaya sin duelo y sin abrazos;
espero que no sea un viaje amargo.

No queda más remedio, en este encargo,
que dejar la mente limpia de arañazos
por si la cuenta viene con recargo.

Pero al final, se desatan tantos lazos,
que te quedas aguantando el tirón largo
nerviosamente cruzado de brazos.

Javier Auserd.

La vida vencerá.

La vida vencerá.

http://www.es.amnesty.org/ 

Es la historia de siempre en el mundo,
es el cuento de nunca acabar,
es la marcha de los olvidados,
de los oprimidos, por su dignidad.

Es la lucha que no acaba nunca,
pero es lo que nos hace avanzar,
es dolor, es sangriento combate,
es la historia de la Humanidad.

Venceremos aunque nos abatan,
venceremos, unidos, al mal,
y es así porque nuestro destino
es lograr la victoria final.

Dedicado a todos los seres humanos, pueblos, étnias, culturas ... que sufren o han sufrido injusticia, discriminación, persecuciones, torturas, asesinatos, genocidios (como el Sáhara, México (Oaxaca, Atenco, Ciudad Juárez, Chiapas ...), Palestina, Iraq, Armenia, Kurdistán, Timor Oriental, Estados Unidos, Ruanda, Ex-Yugoslavia, Rusia, Marruecos, Guatemala, Honduras, Haití ... y tantos otros) para que pronto termine su dolor.

Javier Auserd.

La balada del viejo honor.

Ese viejo cuento del honor, que un día
tan cierto fue, como los Tercios españoles,
era el viejo resplandor de la porfía,
de la sangre, del sudor, de los bemoles.


Y, sin embargo, brillaba entre los soles
la concienzuda solera de la hombría
contra una vaga humedad de caracoles
(dicho sea con toda la ironía).


No transciende de mí esta queja mía
por mis aspaventados rocanroles.
Veo llegar desde la ciega lejanía
apretadas legiones de esquiroles. 

Javier Auserd.

 

Me gustaría.

Me gustaría.

Acantilados del Cabo Ortegal en Galicia.

Me gustaría tener
la firme determinación de un acantilado
para resistir los embates del mar,
del océano
de las
tempestades,
de los inescrutables
caprichos de los
dioses.

Javier Auserd.

 

Si supiera.

Si supiera cantar, me gustaría
recorrer el mundo cantando para
difundir un himno humano de paz
irresistible.


Si supiera escribir, me gustaría
quedarme en mi cueva de agua para
escribir una obra de arte
intemporal.


Si supiera pintar, me gustaría
hacer un cuadro mágico para
desactivar los efectos
del mal.


Si supiera correr, me gustaría
andar y andar sin parar para
abarcar todas las maravillas
del mundo.


Si supiera volar, me gustaría
planear sobre el sufrimiento para
borrarlo de la faz
de la Tierra.


Si supiera hablar, me gustaría
construir discursos eficientes para
calmar el dolor como un
bálsamo.


Si supiera resignarme ...
no me gustaría
(aunque resulte dulce y tentador,
como un pastelito).

Javier Auserd.

Se vengarán de mí.

Se vengarán de mí.

Se vengarán de mí
las moscas que maté,
la verdad es que fue
porque me defendí.

Platos yo no rompí,
puertas no derribé,
a nadie más maté,
a nadie más herí.

Debió de ser así,
sin saber bien por qué;
el caso es que sentí

un cierto yo qué sé
al zumbar junto a mí
y no me lo pensé.

Javier Auserd.

Estás algo triste.

Estás algo triste.

http://www.revistarebeldia.org

 Para Ana. 

Estás algo triste
porque es tu cumpleaños
y, gracias a la moda,
cada vez es más duro
envejecer.

Estás algo triste
porque cada disgusto, cada batalla
y cada sobresalto
te han dejado huellas en el rostro,
en los huesos,
en los riñones,
en las rodillas.

Estás algo triste
porque te gustaría
que sucediera el imposible
de estar cada día
un poco más joven.

No estés triste, cariño,
estás muy guapa,
estás viva,
estás con nosotros y además
al tiempo no lo detienen
ni la moda, ni los jóvenes,
ni los Estados Unidos
de América.

Javier Auserd. 

Mi chica.

Para Ana. 

Mi chica es la más guapa.
Cuando todo se nubla, ella trae la luz.
Cuando todo se tuerce, ella lo endereza.
Cuando todo se oscurece, ella lo ilumina.
Cuando todo se derrumba, ella lo apuntala.
Cuando todo se agota, ella lo repone.
Cuando todo se acaba, ella lo reimpulsa.
Cuando todo se disfraza, ella lo descubre.
Cuando todo se ensucia, ella lo limpia.
Cuando todo se estropea, ella lo arregla.

Es dulce como la miel y dura como el hierro.
Si me pongo tonto, me regaña, de buenas maneras.
Si me pongo insoportable, me soporta, con firmeza,
pero no deja que me pase de rosca.

No es mía, aunque yo le digo así, para entendernos,
pero tenemos mucho en común, de todo tipo,
y toda una vida por detrás (y por delante).

Hemos cruzado selvas y bordeado precipicios.
Hemos estado a punto de caer miles de veces.
Hemos estado caídos y nos hemos levantado.
Ese es el secreto para asegurar
que mi chica es la más guapa ...
del mundo.

Javier Auserd.

Remedo de Quevedo.

Abrí Abril buscando sensaciones
refrescantes de lluvia en la cabeza,
y lo que me topé fue la dureza
del tiempo golpeando corazones.

Abriendo meses fui, a borbotones,
como si fueran fruta en la tibieza
madura que encaja en cada pieza,
mas sólo descubrí desilusiones.

Ya queda poco, amigo, y yo no quiero
amargarte con lúgubres augurios
sobre que la vida es un trago fiero.

Nacemos con dinero o sin dinero
y al final de todo este tugurio
salimos como "pies para qué os quiero".

Javier Auserd.

La vieja ciudad.

La vieja ciudad.

Cafe At Arles de Vincent van Gogh. 

En la vieja ciudad, donde habitan los sueños olvidados,
una tecnología ha plantado sus nidos de quimeras virtuales,
ha empezado a engendrar el futuro del mundo,
y, sin embargo, el aire es aún casi puro, casi nuevo,
se puede respirar en cada pálpito urbano,
en cada recoveco,
junto a los atardeceres de piedra labrada
por los canteros del tiempo.

En la vieja ciudad, aún se puede pasear
sin que los anuncios te dañen la mente,
sin que las presiones te agrien el gesto.
Es como si firmaras una tregua de tela con tus viejos fantasmas
mientras recorres las empedradas calles, los frescos edificios,
los balcones, las puertas, las enredaderas,
contra tu levedad abiertamente juguetona,
caprichosa y cambiante como un molinillo de estraza,
contra tu risa de papel de celofán,
de alma de cántaro en la fuente.

Es como si gimieran las rosas de Junio
en una de esas tardes punteadas de olvido
en que sale a paseo el terciopelo
de los derrumbamientos.
Si nos empeñamos en facturar el aire
¿no tendremos también que sacar porcentajes
de los atardeceres?
Hay una gran zozobra en todo esto,
no somos capaces de poner las cosas en su sitio.
Es por eso que se nos desmandan los laureles
y nos perdemos entre las siemprevivas.

Tiene la ciudad un aire de abandono embadurnado
de aromas especiales a tanto el medio kilo.
Yo casi no me acuerdo de cómo nos reíamos
cuando me pongo un poco tonto.
Hurgué en los tranquilos rincones de la olvidada calma,
desempolvé los viejos poemas inmaduros ¡tan frescos!,
y he manchado mis dedos con sus ecos ingenuos.
Recuerdo bien las inspiraciones que los alumbraron.
Eran tiempos sencillos, más sencillos, al menos,
en que todo era nuevo y aún había sitio para hacerse ilusiones.
¡Qué lejos del terror de los golpes contra el muro
intentando ablandarlo!
¡Qué lejanos los espejismos y las alucinaciones!
¡Qué alejadas las dolorosas recaídas
y las todavía más dolorosas resurrecciones!
¡Qué cercanas las traiciones y los escarmientos!
¡Qué pronto iban a empezar las pesadillas!

Pero, de momento, aquellos primeros poemas
flotaban en el limbo de las despreocupaciones,
se mecían como hojas de hierba o tenues e inconscientes
vagabundos.
No había vuelto a hacer un poema (o algo parecido)
hasta ver tus ojos de un azul mar, de un verde abril,
de una bruma gris perla fresca y lejana,
de negra suavidad,
de caramelo.

No te asustes de mí (o ríete si quieres),
No soy peligroso.
Solo un poco triste, un poco cansado.
Tengo un ojo de cristal, un remiendo en el pecho,
y una pata de palo,
pero no soy un pirata ¡ójala lo fuera!,
siempre lo he intentado pero no me ha salido.

Ya te dejo, no te preocupes,
me vuelvo a mi vieja ciudad donde paseo
como si fuera un inconsciente (también lo he intentado),
como si fuera
la séptima reencarnación de un juguetón duende de la noche
y de los bosques de amapolas
capaz de querer a todo el mundo.

Adiós, princesas de las profundidades.
Te quiero, te quiero,
os
quiero
mucho.

En la vieja ciudad, donde habitan los sueños reencontrados,
la poesía ha plantado sus nidos de quimeras absurdas,
ha empezado a engendrar futuros imposibles,
y, sin embargo, el aire es aún casi puro, casi nuevo,
se puede respirar en cada pálpito urbano,
en cada recoveco,
junto a los atardeceres de piedra labrada
por los escultores de Babia.

Avalon, 27/7/02

De "Poemas sin retorno".