Nana para Mimos.
Mimos.
Nadie me acunará cuando me llegue
la postrera visita de la nada,
ni cuando el ronco silbido de la espada
la invisible levedad del aire siegue.
Deja que yo te meza en mi regazo
con la firme tensión del compañero
o que duermas, remolón, sobre mi brazo
mientras bailamos al borde del acero.
Tampoco entiendo yo esta cruel patraña
que nos golpea con fe conmovedora
cual si estuviéramos hechos de viento.
Porque al final de tanto movimiento
la vida es una muerte embaucadora
que a gatos juega y a humanos engaña.
Javier Auserd
2 comentarios
Dinosaurio -
Gracias. Otro para tí.
Sakkarah -
Que bello tu soneto. Un beso.