Astucias contra la debacle.
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Me parece muy mal que Sarkozy pueda obligar por detrás y por delante a las empresas públicas (que son muchas, no como las nuestras) y privadas francesas a desmantelar sus fábricas en España y otros países para asegurar el trabajo a los franceses y, como no tengo la más mínima capacidad de influencia en el tema, me tengo que aguantar. Pero, aunque tampoco tengo la más mínima capacidad de influencia, no me aguanto y me cabreo y me llevan los demonios con que en España no podamos o no sepamos hacer lo mismo (Repsol-YPF, Telefónica, Endesa, Altadis, Cepsa, Iberdrola, FCC, Grupo Santander, BBVA, Astilleros, Iberia, Gas Natural, Petronor, Dragados y un largo etcétera) porque el expresidente Aznar privatizó hasta las sevillanas y ahora no los tenemos lo suficientemente bien puestos como para volver a hacerlas públicas y traernos lo que tenemos fuera para dar empleo a nuestros parados (inmigrantes incluidos).
Ya sé que es una barbaridad. Ya sé que así esos países nunca se desarrollarán y que sus corruptos gobernantes seguirán enriqueciéndose mediante las mafias de traficantes de esclavos que envían a morir en el mar o a morir de hambre o a morir en los accidentes laborales. Pero, además de que dudo mucho de que se estuviera haciendo algo significativo en esa dirección, cuando vienen mal dadas el capitalismo salvaje lanza su "sálvese quien pueda" y el que no pueda o no sepa, se hunde. Es una injusticia, es una putada, pero es así de cruel y de claro.
Las crisis económicas, ya se sabe, recuperan lo peor de los nacionalismos y hacen saltar la globalización por los aires, aparte de que la globalización es la forma encubierta que tienen los imperialismos para robar a países con mano de obra tan barata y gobernantes tan corruptos y lameculos que es una gozada, excepto cuando el sistema implota desde dentro de sí mismo y se repliega y tiene que apagar los fuegos internos desmantelando sus avanzadillas externas.
No me gusta Sarkozy. No me gusta el nacionalismo francés. No me gusta ningún nacionalismo. Pero, de momento, en la actual estructura mundial el país que no tome medidas nacional egoístas haciendo una piña con su gobierno se hundirá. No me gustan el triunfalismo infantiloide ni la rancia rabieta cutre antipatriota ¿Es eso lo que quiere el principal partido de la oposición: sentarse a ver cómo se hunde España para gobernar sus ruinas?
No me gustan Sarkozy ni sus medidas y, sin embargo, en estas especiales circunstancias yo haría lo mismo que él ... sin decirlo.
Javier Auserd.
5 comentarios
Dinosaurio -
Abrazos.
Hannah -
Un abrazo
Hannah
Trini -
Y aquí, que es de lo que entiendo, con todos los parados que hay, se coloca una criatura y venga, a ponerle pegas con la puñetera burocracia. Para qué leches quieren tantos ordenadores ni tantas oficinas nis tantos cargos y atos cargos si son incapaces de constatar nada de nada. Eso sí, exceptuando a Hacienda que sabe hasta cuántos inodoros tienes en tu casa.
Lo siento, me he ido, como siempre, por los cerros de Úbeda, pero los del INEM me han chafado la mañana, una mañana que ya de por si es complicada.
Pau -
El problema de Sarko es que habla y luego piensa... o lo hacen pensar.
Nadie, y menos un presidente, que no primer ministro, en Francia, tiene el poder absoluto y decide por los demás. Solo en Norteamérica con lo que respecta a ciertos asuntos federales, lo que los de la Luisiana ya sufrieron bastante cuando el Bush hizo caso omiso a los avisos de desastre del Catrina; algo que en ningún país europeo y asiático hubiese pasado. (En África tal vez sí)
Ya ves... una república de estados federados que, ante un huracán, depende del humor e inteligencia de un presidente a más de dos mil kilómetros de distancia.
Sakkarah -
Un beso.