El tedio, insoportable, del pobre elegido.
El multibillonario dicta sus instrucciones matutinas mientras se enjuga el zumo de piña de las comisuras de los labios: “Intensificar lo desgraciados que son los ricos en todas las telenovelas de producción propia e influir en las de la Federación Institucional de Teleseriales …”. Y también: “Nota a la Federación de Periodistas Tertulianos Opinadores para que aumenten sus opiniones a cerca de la prevalencia de lo espiritual sobre lo material donde los pobres ricos no tienen nada que hacer, etc., etc., etc.”. Le encanta ocuparse personalmente de eso. Otra cosa: “Campaña para promocionar lo tranquilos que están los pobres sin responsabilidades … abrumadoras (eso es: abrumadoras) por … todo”.
Luego se va a jugar al golf (el golfo, como él lo llamaba) y se entretiene un buen rato haciendo cantinfladas hasta la hora del almuerzo, de tipo mediterráneo, que toma en el Club.
-¿Sabes qué te digo, Ansel? – Ansel es, desde luego, Anselmo, su asistente mayor de semana de turno.
-Diga, señor.
-Que teníamos que popularizar más el golfo. ¿No crees?
-Y ¿el agua?, señor.
-¡Es verdad! – dice el multi, dándose una palmada en la frente - ¡Qué cabeza la mía! Siempre se me olvida que los pobres no pueden permitirse el agua. Pues nada, que no se popularice el golfo.
-Bien pensado, señor.
Después del almuerzo, el multi (Charly, para los amigos), se toma un copazo en el camarote imperial del Náutico con sus socios minoritarios, al tiempo que cierra cuatro operaciones financieras de poca monta. Cuando termina, sus chicos (como llama cariñosamente al pequeño ejército de guardaespaldas que forman parte de su guardia personal) le conducen al aeropuerto donde espera un VTOL que le lleva a su residencia aleatoria para echar una siestecita, merendar él y ver la merienda de alguno de sus nietos.
Al despertar, se baña y despacha con su secretario vespertino los correos postales y electrónicos diarios, tras lo cual se deja llevar, casi en volandas, por su tropa especial a la embajada a cuyas puertas sus chicos se quedan a la espera a una prudente distancia mientras le escoltan al interior de la inmensa sede gorilas de otra empresa de seguridad contratada por el embajador aunque pagada por Charly. Allí cenan en la zona privada repasando los asuntos semanales entre el solomillo a la pimienta con ensalada regado con Chateau Maurac atendidos por agentes del servicio exterior. Cuando terminan, pasan al saloncito del te y se distienden. A veces, hasta ven una película y, en ocasiones, montan orgías muy discretas y controladas. En las vacaciones, le visitan desde los ranchos presidenciales y viceversa. A una hora prudencial vuelve de regreso a una de sus residencias, donde saluda por primera vez a su también agotada esposa y se despiden de camino a sus respectivas habitaciones de unos 500 m2 cada una, asistidos en todo momento por otro pequeño ejército de empleados, personal del servicio, seguridad y mantenimiento. Se relaja unas pocas horas, aunque hay noches que no llega a apagar todas las luces.
Que él no sepa de forma pormenorizada los detalles de su inmensa fortuna, no significa que no se sepan. En alguno de sus portátiles, un archivo llamado, por ejemplo, Golfo.sdoc de miles de páginas lo dice, siempre listo para ser consultado sólo por Charly.
A la mañana siguiente, sus ayudantes de agenda están ya atentos a sus más mínimos gestos y deseos. Nada un rato en la piscina, pasa a la sauna, le secan con rayos uva, desayuna, le visten, le acompañan por los pasillos y jardines hasta el área administrativa donde va dictando a sus secretarias y juguetea con los portátiles: “Intensificar lo desgraciados que son los ricos en todas las telenovelas de producción propia e influir en las de la Federación Institucional de Teleseriales …”. Y también: “Nota a la Federación de Periodistas Tertulianos Opinadores para que aumenten sus opiniones a cerca de la prevalencia de lo espiritual sobre lo material donde los pobres ricos no tienen nada que hacer, etc., etc., etc.”. Otra cosa: “Campaña para promocionar lo tranquilos que están los pobres sin responsabilidades abrumadoras y agobiantes”.
© Javier Auserd.
5 comentarios
juan carlos guerrero -
saludos
Hannah -
Un abrazo entrañable.
Hannah
Furgo -
El hombre se impone normas. Son obligaciones y límites para acciones u omisiones que puedan resultar dañinas al conjunto de la sociedad.
Ejemplos.
Límite de alcohol al volante, porque puede uno causar daños a los demás y a sí mismo.
Límite de velocidad, por la misma razón.
Límite de ruidos a determinadas horas porque atentan contra la paz y el descanso del colectivo.
Límites en los atuendos y comportamientos sexuales públicos, porque pueden ofender al prójimo.
Obligatoriedad de escolarización, pago de impuestos, abrochamiento del cinturón de seguridad.
Etc...
Pues bien, lo más perjudicial para el mundo entero, no es ni el sida, ni la violencia de género, ni las drogas duras, ni el integrismo, ni los separatistas, ni los nuevos horarios laborales de la gran industria, ni sus congelados salarios, (y mira que todo eso es malo de huevos)pero lo peor es que nadie, ningún filósofo políticosocial, plantee el LÍMITE A LA RIQUEZA Y EL ACAPARAMIENTO.
No estoy hablando de troskismo o similares. A mí hasta me valdría que siempre hubiesen tíos con más pasta que otros, pero con un límite.
Vale que alguien tenga pelas y patrimonio como para vivir 40 veces, pero es que hay muchísimas personas con dinero como para vivir 50.000 años.
Bueno, pues no tengo noticias de que ningún pensador actual, filosofe en esa línea. (Piensa que la evolución del mundo se debe a los sesudos que hubo en otras épocas.)
Saludorro.
Trini -
La verdad es que en estos moemntos me siento encantada de ser pobre, aunque no me vendría nada mal el dormitorio de Charly para vivir con más libertad de espacios... tengo el hotelito hasta los topes:):):)
Un abrazo
Sakkarah -
¿Sabes? Tengo mucha suerte: los pobres sienten.
Un beso.