Lluvia.
Claude Monet. El puente de Charing Cross, 1899.
Óleo sobre lienzo 64,8 x 80,6 cm
De momento no me cansa la lluvia, la lluvia suave. El olor que deja en la tierra. El olor que deja en el aire, en los tejados, en las piedras, en la hierba. También llega a purificar hasta el asfalto.
No me canso de la lluvia, de su monótono sonido de tictac irregular y alegre tan diferente al del viejo despertador. Para mí puede resultar, incluso, un afrodisíaco y, aunque no al mismo tiempo, un relajante, un bálsamo.
Nunca he creído mucho en los milagros, a pesar de haberme beneficiado de algunos, pero siempre he considerado a la lluvia buena uno de ellos. La lluvia tranquila y suave es un milagro inigualable, inimitable, insustituible. Y cuando nos falte nos daremos cuenta.
Sólo hay que ver que es en los países más ricos (salvo pequeñas excepciones) donde más llueve y, salvo por el petróleo (que, por cierto, no crea progreso colectivo), los países pobres suelen tener unas sequías y, en consecuencia, unas hambrunas espantosas.
No voy a hacer un panegírico sobre la lluvia, pero sí tengo que decir que a mí me devuelve la vida, porque yo no puedo vivir sin lluvia. Ya sé que es un incordio en las grandes ciudades y un fastidio para la circulación rodada y que en casi toda España no sabemos conducir con lluvia y nos damos unos morrazos impresionantes en cuanto caen dos gotas. Lo sé. Sé también que las lluvias torrenciales matan a personas. Pero incluso en esos casos extremos, creo que las muertes se deben más a mala planificación humana o a errores humanos anteriores que pagan otros que a la propia lluvia, aún admitiendo que su manifestación violenta no es la que me gusta.
Se la suele emparentar con las gripes y con todo tipo de achaques, dolores, molestias y epidemias, pero a mí me dejan de doler las articulaciones cuando cae de forma estable y pacífica y cuando se tira unos días cayendo y yo creo que limpia y purifica la guarrería y las miasmas.
Entiendo que haya a quienes no les guste y que despotriquen contra ella, pero yo sería capaz de soportarla casi indefinidamente. Puede que entonces me hartara de ella, no digo que no, pero no creo. Aunque tampoco estoy diciendo que llueva eternamente, sino, como decían los hombres del campo, que llueva cuando tiene que llover. Hombre, por mí, si pudiera ser un poquito de más, mejor que de menos.
En fin, como dice el tópico, "nunca llueve a gusto de todos", pero cuando no llueva ... que no nos pase "ná".
Javier Auserd.
4 comentarios
Hannah -
Un abrazo entrañable, Dinosaurio.
Hannah
Dinosaurio -
Estoy intentando averiguar por qué se dispara ese banner tan molesto. Quizás se encuentre en el contador de visitas, no lo sé, pero, como te digo, estoy tratando de localizarlo y eliminarlo, aunque sólo sea para que no moleste a nadie y para no privar a nadie de mis "extraordinarios" artículos.
Me encanta, Gatopardo, que también te guste la lluvia y, sobre el banner, a ver si lo fogueo.
Entre tanto, gracias por vuestra paciencia.
Abrazos.
Gatopardo -
¿Politonos? A mí no me ha salido nunca. Que yo sepa sólo tenemos los anuncios de google, y tú ni eso. ¿Cómo lo has hecho para que no salgan vendiendo paraguas al final de tu artículo?
De todas formas, si es ese banner que de vez en cuando aparece al meterte en algunas webs, parece ser que coloca un cookie, y me temo que no está en blogia, sino en el ordenador de Javier. Aviso que si es el de miarroba es pesadito, hay que eliminarlo y banearlo.
Un abrazo
javier -
Un saludo.