All that Shit.
Un micrófono abierto inoportuno.
Bush: "Hay que decir a Siria que le diga a Hizbulá que pare toda esta mierda".
(El Mundo, 17/7/06).
A mi me enseñaron desde pequeño que un hombre se conocía, entre otras cosas, porque era capaz de limpiar su propia mierda (en todos los sentidos, incluido el literal). Por supuesto era mentira, porque ya los poderosos estaban hartos de practicar el invento mediante el cual la mierda que ellos sueltan se la limpian otros.
Pero los neocon ultraliberales (otro oxímoron hecho realidad) lo han elevado a la categoría de doctrina que puede leerse, por ejemplo, en el ya antiguo panfleto de Robert Kagan (prohibido hacer chistes con el significado castellano de su apellido), asesor del instituto de estrategias (ejemplo para la F.A.E.S. de Aznar) New American Century Project, titulado Power and Weakness. Por eso la anécdota de Jorgito Bush, cuando le dijo eso a Blair durante el almuerzo del G-8 en San Petersburgo y se oyó por el micrófono inadvertidamente abierto, aparte de ser una grosería "simpática" y distendida de las suyas (porque no se habla de eso mientras se come), es esa verdad como un templo a la que aludía antes: el grupo (del que Jorgito es el espantapájaros) suelta las mierdas y la población civil palestina, libanesa, iraquí, israelí, etc. las limpia con su vida.
Y eso es un tragedia, por más de Jorgito lo diga partiéndose de la risa con la boca llena de la comida del almuerzo al que (de una forma o de otra) todos le invitamos (incluidas las víctimas inocentes) y por más que sus corifeos (prohibido hacer chistes con el posible equivalente castellano de esta palabra de origen griego) le rían la "gracia". Maldita la gracia que nos hace a cualquiera pero más aún a los familiares de las víctimas (que, por cierto, ¿habrán hecho ya una Asociación "manejable"?).
Disculpen el cinismo que me invade (debe tratarse de un efecto colateral), les juro que yo antes no era así. Antes. Cuando creía en la Navidad, en los Reyes Magos, el ratoncito Pérez, la Revolución francesa, la Democracia moderna, la American Way of Life y, sobre todo, lo de que un hombre debe limpiar su propia mierda.
Javier Auserd.
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