Los veranos al sol de las crisis.
Otro verano se va deslizando lenta, suave, tediosamente hacia el final. O quizás la crisis hace de este un verano atípico, con sus autolimitaciones atípicas, sus restricciones atípicas, sus cinturones apretados, sus “este año, no” …
Se nota mucho la crisis en que todos paseamos más y utilizamos más los bancos públicos (los de sentarse) y menos la terrazas privadas de los bares donde te cobran unos 8 euros, con cara de ajo, por dos refrescos y sin haber roto nada. Se nota la crisis hasta en que los niños y los abuelos no se han ido este año a los pueblos y han seguido colapsando las consultas médicas como en el resto del año. ¿Les habrán dicho los parientes del pueblo que no está el horno para bollos ni para gorroneos? Hay más niños en la calle jugando a la pelota y dando balonazos a los paseantes. Hay menos jóvenes en las discotecas y en los bares de copas y los botellones son menos frecuentes aunque más multitudinarios y de peor calidad.
Se nota en el ambiente, se respira en el aire, se advierte en el medallero olímpico y en el fútbol esta crisis occidental tan nuestra una vez que ya formamos parte del ansiado primer mundo. Pronto empezarán a decirnos que la solución de la crisis es cosa de todos y que está en nuestras manos que no baje el consumo interno y que sigamos gastando alegremente, ahorrando y soportando el ipece “impasible el ademán”, que ellos están “pendientes de nuestro afán”.
En fin, Pilarín, que hay cosas que no sólo no cambian, sino que periódica, machacona y empalagosamente vuelven una y otra y otra vez aunque con otras etiquetas o formatos, como el “Cuéntame”.
Pero, no pasa nada, nunca pasa nada … y la nave, va.
Javier Auserd.
3 comentarios
Sakkarah -
Un beso.
Trini -
En tiempos de crisis, si le das muchas vueltas al asunto, la que se declara en crisis es tu mente y no está el patio para, además de crisis ;depresiones...
Tendremos que hacer como muchos, asirnos al azar y jugar a la loteria.
Un abrazo Javier
Furgo -
Los resultados quizás se materializaban muchos años más tarde, pero gracias a eso iba cambiando la cosa.
Desde la segunda guerra mundial estamos metidos en una larga etapa, en la cual los intelectuales con mayúsculas no existen prácticamente.
Ya no hay sabios. Hay técnicos.
Un abrazote.