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La cueva del dinosaurio

Hasta pronto, Carlos.

Hasta pronto, Carlos.

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Uno de los espectáculos que me siguen pareciendo más sobrecogedores y tristes (a estas alturas) de la condición humana es la mezquindad moral. Porque lo malo de hacer carroñeradas con la muerte ajena es que no evita que la de cada uno venga de camino. Es impepinable, os lo aseguro. Aunque sólo sea porque es cierto el tópico de que, hagamos lo que hagamos y digamos lo que digamos, ninguno vamos a salir vivos de esta.
Me refiero a la reciente muerte de Carlos Llamas, el periodista del programa "Hora 25" de la cadena SER, que desde aquí lamento profundamente y mando un sentido ánimo a su familia.
Y viene esto a cuento porque, a raíz de este triste acontecimiento, he leído comentarios en Internet que me han puesto los pelos de punta: barbaridades atroces e insensibles disfrazadas de "bromas" más propias de descendientes de asesinos, de asesinos en potencia y de psicópatas asesinos a secas con un desprecio a la vida y a la humanidad más elemental dignos de los mejores hijos del enloquecido y bárbaro grito nazi de "¡Viva la muerte!".
Mal veo que los medios de comunicación "enemigos" del que trabajaba Carlos ninguneen prácticamente la noticia relegándola a espacios insignificantes lo más camuflados posible. Eso es innoble, indigno y despreciable, pero no es lo peor. Lo peor es que los enfermos habitantes de las cloacas antiéticas, amparados en el inevitable anonimato (tan garante de la libertad, por otro lado) de Internet, le dirigen los más execrables insultos y descalificaciones, deseando, de paso, que otros, como Iñaqui Gabilondo, sigan sus pasos hacia la muerte ya. Tranquilos, mis tiernos engendros, si todo llega, la vuestra también, también la mía y la de todos, no tengáis prisa para nadie.
Yo le pregunto a toda esa chusma inhumana y barata: "¿Os hizo algo Carlos en vida? ¿Os ofendió, os insultó, os perjudicó en algo y os aguantasteis y os callasteis y no se lo recriminasteis a la cara?". Si fue que no, no digo más. Si fue que sí, tampoco. Sólo os deseo que en el odio llevéis la penitencia ... y os sea lo más levemente inmerecida posible.

Javier Auserd.

6 comentarios

Dinosaurio -

Hannah, Sak, Trini, Mela, Blanca, gracias por venir, queridas amigas.
Besos.

Blanca -

Saludos dinosaurio.
La sociedad de la comunicación es una llanura de hienas hambrientas de sangre. Es cada vez más evidente, con los mass media. Triste verdad.
Un abrazo por tu buena sintonía y generosidad.

Mela -

Más de lo msimo, Dino. Es el estruendo de unos pocos. Que no te engañe el ruido, sólo porque griten barbaridades no conseguirán que el mundo sea suyo.

Beso.

Trini -

Por motivos obvios, no me entra en la cabeza que nadie se alegre, ya no de cualquier muerte, sino de la muerte por cáncer. eso m eparece horrible, cuando esta es una enfermedad, desgraciadamente, tan común hoy día. En fin que hay gente para todo...

Descanse en paz (si lo dejan) porque también está de moda despellejar a los muertos y, nadie parece querer ponerle freno.

Un abrazo

Sakkarah -

Es triste que odien hasta ensañarse con un muerto...

Un beso.

Hannah -

A veces, ese traidor villano que es el cáncer vence y se lleva a esa oscura guarida de la muerte a lo mejor de entre nosotros. Ignorante es, además de mezquino, quien hace burla de este drama, porque de su guadaña, sea con el cáncer o con otro mal, o porque, simplemente se nos ha acabado la cuerda, no se libra nadie. Carlos Llamas era la voz y el alma de la noche. Dudo que Hora 25 pueda llegar a ser otra vez lo que era con él, y, aunque se dice que no hay nadie imprescindible, quienes lo escuchábamos sabemos que el silencio que ha dejado será muy difícil de llenar. Me uno a ti en el adiós que le dedicas, y, por si lo leen, les expreso mi sentimiento y solidaridad a sus hijos, esposa y demás familia.
¡Hasta siempre, Carlos!
...y un abrazo fuerte, Dinosaurio.
Hannah