Blogia
La cueva del dinosaurio

Hay "santidades" que matan.

Hay "santidades" que matan.

Mientras el nuevo Papa se limita a sus gestos habituales, no suele suceder nada grave. Apenas tiene importancia alguna que unos cuantos irreverentes nos riamos de sus zapatos o de sus poses. Pero cuando un Papa peligroso y beligerante, como anterior Maestro de Inquisidores que fue, saca la lengua a paseo, mata a gente.

 

Acaba de ser asesinada, por culpa de las declaraciones del Papa, en Somalia una monja católica y me temo que no sea la última.

 

¿Es que nadie puede decirle a un Santo Padre (encima eso) que se calle, que no provoque, que no puede decir determinadas barbaridades que echan más leña al fuego y lo pagan sus propias ovejas? Parece ser que no. Tampoco puede ser imputado de homicidio, sentarse en un banquillo, ser condenado y cumplir condena en una cárcel. ¡Parecería que fuera un chollo ser Papa y decir lo que le de la gana a uno sin tener que medir las consecuencias!

 

No me entra en la cabeza que, por desgracia, mueran más monjas, curas y fieles católicos o de cualquier otra religión por unas declaraciones insensatas realizadas, con su voz aflautada, por el representante de Cristo en la Tierra. No soy un católico practicante, pero estoy bautizado y no puedo negar mi catolicismo cultural aunque ahora sea agnóstico y me duele que el Jefe de esa Secta llamada Jerarquía Católica, que tanto histórica como actualmente cada vez tiene menos que ver con el cristianismo, sea capaz de producir homicidios por imprudencia, por incontinencia verbal, por radicalismo temerario, por estupidez.

 

Es un escándalo monstruoso el que ha cometido esta “Santidad” parlanchina y descocada y una abominación. Yo me avergüenzo, aunque no sirva de nada, de haber pertenecido, antes de tener uso de razón, a una Iglesia católica que mata directa o indirectamente a sus propios sacerdotes y a sus propios fieles, que roba, que miente, que explota, que expolia, que fornica pese a sus votos de castidad, que incumple con cínico descaro cada uno de sus mandamientos y que condena al fuego eterno (y cuando puede a la misma muerte) a quienes osan criticarla. Tendría que caer un rayo divino y fulminar a los jerarcas corruptos, pero eso no ocurre y ellos lo saben muy bien. Saben que la famosa segunda venida de Jesucristo parece más una leyenda urbana o un impresionante error de cálculo. El caso es que ellos siguen su marcha macabra no sólo enriqueciéndose y gozando de todos los placeres más mundanos (incluidos los abominables y contra natura), sino haciendo declaraciones que incitan al asesinato de sus hermanos en Cristo, aunque luego se pida un perdón que ya no sirve de nada porque la piedra ha sido lanzada y no la para ni Dios (perdón por el chiste inoportuno).

 

A los incrédulos parece ser que nos espera el infierno por no creer, pero ¡pobres creyentes!, arrojados a él por sus jefes.

Javier Auserd.

(La imagen está en: monkeyfilter.com/link.php/8176 )

2 comentarios

Dinosaurio -

Sí. Como he puesto en algún comentario de una bitácora (ahora no me acuerdo si en la tuya), es la aportación de este Papa al "triángulo de las Bermudas", digo "de las Azores", para que se vea que la leña que él echa al fuego, también mata.
De todos modos, ni calladito está más guapo, pero él cree que tiene que aportar sus muertos al "pastel".
Abrazos.

Gatopardo -

No fue un calentón de boca, llevaba su discurso escrito, y forma parte de su ideario, publicado en el libro de la Edit. Rialp: "Una mirada a Europa". Resulta curioso que no haya dicho el equivalente sobre la religión y los profetas que inspiran a las falanges cristianas y los ejercitos sionistas en sus matanzas indiscriminadas en los paises árabes y en África.
Athanase Seromba, genocida ruandés, tiene un puesto en la iglesia italiana con un oportuno cambio de nombre para eludir los requerimientos del Tribunal de La Haya para que responda por cientos de crímenes: véase http://genocidios.faithweb.com/ruanda.html
Tiene guasa que hable contra los criminales mahometanos cuando hay miles de víctimas que claman justicia desde la tumba, asesinadas por sus socios, amigos y aliados.
Ha sido su aportación para encender la mecha de las nuevas matanzas, y lo peor es que quienes reaccionan violentamente, para matar a una monja, son energúmenos que le hacen el juego, sin darse cuenta, a los que les interesa presentar a millones de seres pacíficos como una masa homogénea de asesinos.
Y toda la civilización, toda la riqueza espiritual y moral de millones de personas queda sepultada por el asesinato de una monja que hubiera podido ocurrir por cualquier irracional motivo en cualquier momento, sin que nos machacaran los medios con la noticia.