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La cueva del dinosaurio

Asimov

Domingo de ramos.

Domingo de ramos.

http://www.iglesia.org/articulos/domingo_ramos.php


No tengo nada contra los católicos (no así contra su jerarquía, una de las más nefastas y anticristianas de la Historia de este Planeta). Es más, soy consciente de ser culturalmente católico y respeto profundamente sus creencias, costumbres, incluso comparto sus contradictorias supersticiones. Y, muchas veces, he visto (con abierta vergüenza ajena) que muestro más decoro y seriedad en sus actos que muchos de sus fieles y feligreses que ríen y fuman y vocean y no se están quietos en procesiones y ritos eclesiásticos varios.
Por tanto, nada más lejos de mi ánimo reírme de nada de lo que consideran (aunque sea folclóricamente) sagrado. Pero no puedo sustraerme a la tentación (que no voy a confesar ante ningún "ministro" católico a sueldo del Estado y, por tanto, también mío) de contaros la anécdota de una de las muchas meteduras de pata de los sagrados evangelios, esta vez el de san Mateo, con motivo del tema de hoy: el domingo de ramos, la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén a lomos de un borriquillo.
Repito, mi agnosticismo es más respetuoso para todas las religiones que el fanatismo o la laxitud irreverente de muchos creyentes, por eso que no se vea en esta anécdota detectada por Isaac Asimov (uno de mis sabios laicos favoritos) otra cosa que la interpretación de la Biblia en su aspecto más humano.
Dice Asimov sobre ello en su obra Guía de la Biblia. Nuevo Testamento (pg.175 o.c.):

 

<<Sin embargo, la montura no sería real [aludiendo al rey Salomón], pues una profecía importante del Mesías dice que está destinado a entrar en Jerusalén en una forma humilde, montado en un asno.


Zacarías 9.9: "Alégrate sobremanera, hija de Sión ... He aquí que viene a tí tu Rey ... montado en un asno, en un pollino, hijo de asna".


Con el fin de cumplir la profecía, Jesús envía a dos discípulos a buscarle un borriquillo para hacer su entrada montado en él. Así se hace y, en todos los evangelios menos en el de Mateo, se describe la entrada sobre el asno en Jerusalén.
En su deseo por citar el pasaje de Zacarías (que no se menciona en los demás evangelios), y para demostrar su perfecto cumplimiento, a Mateo se le escapa el aspecto del paralelismo de la poesía hebrea. La frase "montado en un asno, en un pollino, hijo de asna" describe la misma acción en dos expresiones ligeramente diferentes.
En cambio, Mateo supone que se trata de dos animales distintos y hace que los discípulos lleven dos: una borrica y su pollino.


Mateo 21.7: " ... y trajeron [los discípulos] la borrica y el pollino, y pusieron sobre ellos los mantos, y encima de ellos montó Jesús".


Lo que nos ofrece una imagen bastante extraña de Jesús al montar dos animales al mismo tiempo.>>

Moraleja: ¡Hay que ver la que se lía cuando se intenta ser más "papista que el Papa"!

Javier Auserd.

Los Magos Reyes.

Los Magos Reyes.

Detalle de la Arqueta de los Reyes Magos de la catedral de Colonia.
www.artehistoria.com/historia/obras/9324.htm


Como sabéis, yo, en estos asuntos de celebraciones católicas y religiosas en general, me dejo llevar por la erudición de Isaac Asimov en su, tantas veces citada, Guia de la Biblia. Dice Asimov sobre los Magos de Oriente:

 

<<"Magos" es traducción del griego "magoi", y ha penetrado en nuestra lengua a través del latín "magi". Esta palabra se deriva de "magu", nombre dado a los sacerdotes persas en la religión zoroástrica. (...) La historia de los magos es breve. Fueron a ver al niño Jesús, le dejaron regalos y se marcharon; pero su efecto en la leyenda es grande. En la imaginación popular, los magos se convirtieron en tres reyes e incluso tenían nombre: Melchor, Gaspar y Baltasar.
Según la leyenda medieval, Elena (madre de Constantino I, el primer emperador cristiano) llevó sus cuerpos a Constantinopla. Desde allí fueron trasladados a Milán, en Italia, y en fecha posterior a Colonia, Alemania. Se supone que están enterrados en la catedral de Colonia, de modo que a veces se les menciona como "los Tres Reyes de Colonia". (...)
Pero aunque los magos conociesen las especulaciones de los judíos en cuanto al Mesías, ¿qué les hizo elegir aquel momento para encaminarse a Jerusalén? Tenía que ser una inspiración divina y Mateo funde tal inspiración, de manera muy conveniente, en la forma de una manifestación astrológica: algo que interesaría profesionalmente al sacerdocio babilonio. (...) Pero en tiempos de Herodes, la astronomía griega seguía existiendo, aunque ya habían pasado sus días gloriosos, y una supernova se habría observado con toda seguridad tomándose nota de ello. Parece bastante improbable que no hubiese existido tal referencia y no hubiera llegado a nuestra época; por eso suele desecharse la posibilidad de una supernova. (...)
En la actualidad podemos calcular la trayectoria de una serie de cometas incluso en el tiempo pasado. Sabemos de un cometa que apareció durante el reinado de Herodes. Se trataba del cometa Halley, que hizo uno de sus regresos de cada setenta y seis años al sistema solar interior en el año 11 aC.
Cabría suponer, pues, que en las décadas siguientes a la muerte de Jesús, cuando sus discípulos recogían devotamente cualquier documentación que pudieran encontrar sobre su vida, algunos quizás recordaran la aparición de un fenómeno insólito en los cielos hacia la época de su nacimiento, ya fuera el cometa Halley o el acercamiento de Júpiter y Saturno. Los judíos no eran astrónomos (en realidad, rechazaban la astronomía porque el estudio de las estrellas en aquella época se asociaba de manera invariable y notoria con la idolatría pagana), y describirían cualquier manifestación de ese tipo diciendo simplemente que se trataba de "una estrella".
Mateo bien pudo recoger dicha historia, junto con las asociaciones milagrosas que la rodeaban, e incluirla en su evangelio.>>
(Pgs. 107, 108, 109, 111 y 112 o.c.).

 

Como ya habréis comprobado, sin duda, la cuidadosa, finísima y sutil ironía de Asimov le permite no tener que poner abiertamente en entredicho ni la doctrina ni, incluso, las tradiciones católicas ni cristianas (lo que no ocurre con sus comentarios a la Torah judía sobre la que manifiesta mucho más libremente sus opiniones científico-históricas laicas), seguramente para no tener que tener problemas con sus fanáticas jerarquías. ¿Por qué será?

Javier Auserd.

Natividad.

Natividad.

Pinacoteca de la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra.
Vitral (1.443) de Paolo di Dono Uccello.
http://rsta.pucmm.edu.do/biblioteca/pinacoteca/renacimiento/natividad%20uccello.htm


Ya suele estar bastante extendido y generalmente admitido (salvo por la ignorancia de los recalcitrantes habituales), que ni Jesucristo pudo nacer en el año 1 de nuestra era, ni que la fecha exacta fuera la del 25 de diciembre, que ahora seguimos celebrando. Se habla cada vez más de la fecha del paso de un cometa (bastante impreciso para mi gusto) que podría ser la "estrella de Belén" en caso de que creyéramos a Mateo (y luego a Lucas), primer evangelista que sitúa en Belén el nacimiento de Jesús para hacerlo coincidir, como casi todo, con supuestas profecías mesiánicas del Antiguo Testamento.
Y sobre el 25 de diciembre, se habla de los ritos paganos del solsticio de invierno.
Para estos temas, yo siempre recurro, como he contado en más ocasiones, a la obra de Isaac Asimov, Guía de la Biblia. Nuevo testamento (1.969, Plaza y Janés, 1.993). Su sencilla erudición me convence y me atrapa, aún admitiendo que pueda estar equivocado (como él mismo reconoce) en asuntos tan resbaladizos. Y dice así:

<< (...) Pero no utilizaron convención alguna. Mateo se limita a decir que fue "en los días del rey Herodes", y las deducciones no nos ofrecen una fecha más ajustada.
Unos quinientos años después de la época de Jesús, elaboró tales deducciones un astrónomo y teólogo erudito llamado Dionisio Exiguo, que vivió en Roma. Mantenía éste que Jesús nació en el 753 AUC (ab urbe condita, "desde la fundación de la ciudad"
[naturalmente, Roma]) y tal fecha fue generalmente aceptada. (...) Sin embargo, la erudición desarrollada desde Dionisio Exiguo ha hecho necesaria una revisión. Por ejemplo, por fuentes ajenas a la Biblia resulta del todo evidente que Herodes subió al trono en el 716 AUC, es decir en el 37 aC. Reinó durante treinta y tres años, muriendo en el 749 AUC o 4 aC.
Pero si es así, resulta imposible que Jesús naciera en el 753 AUC y "en los días del rey Herodes", pues éste había muerto cuatro años antes. Si Jesús nació en tiempos de Herodes, no debió ser más tarde del 4 aC (cuatro años antes de Cristo, lo que ciertamente resulta paradójico).
Esta fecha es la última en que pudo nacer según el versículo de Mateo. Pudo nacer antes, y algunos han sugerido fechas tan tempranas como el 17 aC.>>
(pgs. 106 y 107 o.c.).

Y sobre el día del nacimiento, dice así:

<< (...) En este punto no hay indicación alguna respecto a la fecha de la Natividad. En la actualidad casi todas las iglesias cristianas celebran la fiesta el 25 de diciembre: la Navidad. (...) Pero ¿en qué se basa esa asociación invernal? Ni en Lucas ni en Mateo hay mención alguna de nieve o frío. De hecho, en el versículo siguiente a la descripción del nacimiento, dice Lucas:
"Lucas 2.8: Había en la región unos pastores que pernoctaban al raso, y de noche se turnaban velando sobre su rebaño".
(...) ¿Por qué, entonces, el 25 de diciembre? La respuesta podría encontrarse en la astronomía y en la historia de Roma. (...) El día del solsticio de invierno era motivo de una gran fiesta en honor de lo que podría denominarse "nacimiento del sol". (...) En el calendario romano - muy vago y arbitrario antes de Julio César - las saturnales se celebraban el 17, 18 y 19 de diciembre. Cuando César instauró un calendario claro y ordenado, el solsticio de invierno caía en el 25 de diciembre (aunque en nuestro calendario, ligeramente modificado desde la época de César, se produce el 21 de diciembre).
En los primeros siglos del imperio romano, el cristianismo tenía que competir con el mitraísmo, forma de culto al sol que tenía sus orígenes en Persia. Naturalmente, en el mitraísmo el solsticio de invierno era motivo de un gran festival y, en el 274 dC, el emperador romano Aureliano estableció el 25 de diciembre como fecha de nacimiento del sol. Es decir, concedió a la fiesta mitraísta la sanción oficial del gobierno. (...)
Pero el cristianismo se adaptó a las costumbres paganas cuando, a juicio de los dirigentes cristianos, no comprometían las doctrinas fundamentales de la Iglesia. La Biblia no dice en qué día nació Jesús, y no había dogma que señalara un día en especial. Por consiguiente, podría ser tanto el 25 de diciembre como cualquier otro día.
Una vez establecida la fecha, los conversos se incorporarían al cristianismo sin renunciar a las alegrías que encontraban en las saturnales. Sólo necesitaban saludar gozosamente el nacimiento del Hijo, en vez del nacimiento del Sol. (...)>>
(pgs. 238 a 241 o.c.).

Pese a todo, pese a que nos gusten poco o nada estas fechas, no podemos olvidar que somos culturalmente católicos (por muy críticos que seamos con la jerarquía eclesial o por mucho que la rechacemos) y no podemos refugiarnos en una cueva (ni siquiera yo) y sustraernos al ambiente que nos rodea (aunque nos de cien patadas). Podemos, eso sí (y debemos), poner cordura y sentido común a la locura despilfarradora de estas fiestas (que, por cierto, en esencia, no es precisamente cristiana) y dudar por completo del sentido literal (¡y no digamos ya histórico y científico!) de la Biblia. Pero puede resultar interesante aprovechar estos días como punto de inflexión y de reflexión, ejercicio útil para hacer un pequeño alto en el camino e intentar ver (o más bien sospechar) por dónde vamos.
¡Que lo consigamos!

Javier Auserd.

Nada nuevo bajo el sol.

Nada nuevo bajo el sol.

http://travel.yahoo.com

No hay nada nuevo bajo el sol, salvo en tecnología (militar, al servicio del trogloditismo de siempre, y civil) y en la destrucción acelerada de la Tierra. Por lo demás, las actitudes tribales humanas no han cambiado casi nada. En ocasiones se han sofisticado al servicio de la Ley de la Caverna (que, en su momento, era mucho más civilizada) para aplastar a sus enemigos.


Isaac Asimov (1.919-1.992), sabio estadounidense nacido en Rusia, científico bioquímico de origen judío, laico y progresista. Fue un erudito, divulgador de la ciencia (enunció las Tres Leyes de la Robótica, entre muchas otras obras) y autor de novelas de ciencia ficción como la trilogía de La Fundación o Yo, Robot o El hombre bicentenario, llevadas al cine.


Para mí, una de sus obras más interesantes y desmitificadoras son la Guía de la Biblia. Nuevo Testamento (514 pgs. más índices cronológicos, de versículos y onomástico y temático) y la Guía de la Biblia. Antiguo Testamento (616 pgs. más los mismos tipos de índices), de 1.969, editadas por Plaza y Janés en 1.993. Son mis libros de cabecera y los releo constantemente porque me impresiona la capacidad analítica de Asimov y su facilidad científica para desentrañar, libro a libro, las contradicciones, nada menos, que de La Biblia, desde un punto de vista histórico y laico. Es una auténtica maravilla. Me las descubrió y regaló mi hermano y, desde entonces, son mi Biblia.


Uno de sus muchos comentarios, hablando, por ejemplo, del Libro de Judit, que resume cualquiera de los miles de ejemplos de la inmensa chapuza montada por yahvistas y cristianos con La Biblia, dice así:


<<Esto añade ahora otro detalle anacrónico. Tenemos a la Asiria del siglo séptimo a.C. bajo el dominio del Nabucodonodor del siglo sexto a.C., que envía a su ejército bajo el mando de un general del siglo cuarto a.C. para atacar a la reinstaurada Judea del siglo quinto a.C. No se deja ni un siglo.>> (Nuevo Testamento, pg.19).


Pero, volviendo al tema del artículo, fijaos lo que dice Asimov en 1.969 d.C. sobre los macabeos del año (aprox.) 164 a.C., cuando Judas macabeo conquistó Idumea (Edom):


<<(...) Los nacionalistas de la época tal vez creyeran justificar la guerra contra Idumea no sólo como un asunto de enemistad tradicional, que se remontaba a las leyendas de Jacob y Esaú, sino también porque durante el exilio del período babilónico, los idumeos, bajo la presión de los árabes nabateanos, se vieron obligados a dirigirse al norte. Lo que en tiempos macabeos se llamaba Idumea había sido el sur de Judá en época de la monarquía y los judíos quizá pensaran que no hacían más que recuperar lo que había sido suyo. (Desde entonces argumentos similares han servido como pretexto de numerosas guerras).
Pero se trataba de algo más que de una simple conquista. Los macabeos terminaron por imponer el judaísmo a los idumeos conquistados; hicieron lo que no querían que les hiciesen a ellos. En la historia se ha visto muchas veces el caso de una minoría religiosa que se convierte en opresora nada más acceder al poder.
(...)>> (Nuevo Testamento, pg.47).


¿Os suena? ¿No os parece aburrido y sangrientamente actual?
En fin, ... eso: nada nuevo bajo el sol, salvo la tecnología ... que permite asesinar mejor sin mancharse las manos personalmente. ¡Qué gran avance!

Javier Auserd.