Blogia
La cueva del dinosaurio

Bajo amenaza de vida. Mario Meléndez.

Bajo amenaza de vida. Mario Meléndez.

http://www.sbhac.net/Escritores/Escritores.htm 

Una mañana salí de mi tumba y grité: “No escribiré otra línea jamás”, y las palabras saltaron de sus asientos a protestar por lo que ellas creían injusto. Viendo que no obtenían respuesta, se juntaron en secreto durante largas horas resolviendo por fin declararme la guerra. Como primera medida, se tomaron mi casa, echaron llave a mi pieza y a mis muebles, se apoderaron de mis juguetes, mis libros, mis papeles, rayaron las murallas acusándome de cobarde y firmaron una larga lista para expulsarme del gremio. Viendo que tampoco obtenían respuesta, acordaron una huelga de hambre y de sed, y me advirtieron que sería hasta las últimas consecuencias, no sin antes, por supuesto, pedirme algunas frazadas para cubrirse del frío y del viento, y el antiguo tocadiscos de mi padre para escuchar sus temas preferidos. Yo, mientras tanto, me divertía a más no poder con las travesuras de la Pantera Rosa, y bebía cerveza y fumaba a destajo, recostado sobre el sofá más cómodo del planeta. Pero de vez en cuando echaba un vistazo a mis queridas compañeras de ruta, y las oía hablar en voz baja, las oía llorar y reír entre ellas, recordar lejanos lugares, lejanos objetos, recordar algunos rostros, una mujer, un beso, una mirada, una sonrisa que se apagó para siempre. Entonces yo también lloré y reí y volví a llorar, y quise amigarme con ellas llevándoles algunas disculpas y uno que otro refrigerio. Grave error, las malditas me dijeron de todo. Probé suerte de nuevo unos días más tarde, les hablé sobre mi vida, sobre mis dudas, mis temores, sobre la fija idea de dedicarme a otra cosa, en fin, de arrojar la toalla. Entonces las palabras más viejas, las más usadas, las más escritas, aquéllas que abrazaron mi causa a ojos cerrados, se sentaron en mis rodillas y en voz alta, casi entre lágrimas, comenzaron a decir mis poemas a los cuatro vientos. Y allí me quedé en silencio escuchando aquel murmullo, aquel sonido de hojas que jamás tocó la tierra. Allí me quedé en silencio, y me vi por primera vez, en esos versos desnudos, en esos versos hambrientos, en los publicados, los inéditos, los incompletos, los que ya no recordaba o no quería recordar. Allí me vi por primera vez, cuando ellos me miraron a los ojos y me mostraron sus alas para volar por el mundo.
(De "Vuelo subterráneo").

Os traigo un relato breve de un joven poeta chileno que se va abriendo paso en este durísimo pantano literario. Me parece que escribe muy bien, al menos a mi me gusta mucho. Pienso ir dando a conocer, poco a poco, más de su obra. Espero que también os guste a vosotros.

Javier Auserd.

Mario Meléndez (Linares, Chile, 1971). Estudió Periodismo y Comunicación Social. Entre sus libros figuran: “Autocultura y juicio” (con prólogo del Premio Nacional de Literatura, Roque Esteban Scarpa), “Apuntes para una leyenda” y “Vuelo subterráneo”. En 1993 obtiene el Premio Municipal de Literatura en el Bicentenario de Linares. Sus poemas aparecen en diversas revistas de literatura hispanoamericana y en antologías nacionales y extranjeras. Ha sido invitado a numerosos encuentros literarios entre los que destacan el Primer Encuentro Internacional de Amnistía y Solidaridad con el Pueblo, Roma, Italia, 2003, donde es nombrado miembro de honor de la Academia de la Cultura Europea. A comienzos del 2005, es publicado en las prestigiosas revistas “Other Voices Poetry” y  “Literati Magazine”. Durante el mismo año obtiene el premio "Harvest International" al mejor poema en español otorgado por la University of California Polytechnic, en Estados Unidos. Parte de su obra se encuentra traducida al italiano, inglés, francés, portugués, holandés, alemán, rumano, persa y catalán. Actualmente trabaja en el proyecto “Fiestas del Libro Itinerante”.

4 comentarios

juan carlos guerrero -

ni hablar, a mí por supuesto que me ha entusiasmado el poema, tenía casi nulas referencias del autor...chile sigue pariendo poetas notables como parra y bolaño.

saludos

HOMERO -

Excelente amigo: que bien que lo has traído para el disfrute de todos. Tomo nota. Un abrazo. H.

Sakkarah -

Me ha encantado. Tienes buen gusto, Dinosaurio, para todo. Gracias por mostrarnslo. Lo leeré.

Un beso.

Trini -

Pues a mi me ha encantado el texto. Felicito al autor y, de paso, a ti por esta nueva iniciativa.
Yo no quiero declarar la guerra a las palabras, al contrario, yo quiero darles todo mi amor...

Un abrazo